Los padres tendemos a decir
cosas en momentos de enojo que no deberíamos -en verdad, todos pecamos de hacer
eso-. ¿Qué son esas cosas que jamás debes decirle a un niño?
Cosas que pueden afectar a
su autoestima, que no tienen ningún efecto sobre ellos o que simplemente
generan el efecto contrario al deseado. Veámoslas...
Una sola frase que puede
frustrar completamente a tu hijo: si sabes que él puede dar más de sí mismo en
los estudios, un deporte, la música, no necesitas utilizar esta frase para que
se sienta motivado. No solo baja su autoestima, sino que este tipo de frases
pueden generar el efecto contrario, y que el pequeño haga cada vez menos.
Si queremos que nuestros
hijos se esfuercen, es mucho mejor que les demos órdenes claras, motivaciones
precisas e incentivos.
#4 "¿Estás seguro que
necesitas comer más galletas?"
Si bien tu intención es que
tu hijo coma saludablemente, este tipo de comentario pueden generar una imagen
negativa de su propio cuerpo a los pequeños, justamente en el momento que su
autoestima se está construyendo. Si estás preocupado por lo que tu hijo come,
es mejor que tomes acciones y no palabras, como por ejemplo darle más
importancia al deporte en familia.
Los comentarios sobre la
alimentación deben ser siempre positivos.
#3 "¿Por qué no puedes
ser más como tu hermano/hermana?"
Las comparaciones siempre
son crueles, y más si las hacemos entre hermanos. Estas generan etiquetas a los
pequeños: el inteligente, el atleta.
En vez de decirle a uno que
haga lo que hace el otro, deberías encargarte de estimular las preferencias de
cada uno individualmente.
#2 "Porque lo dije
yo"
A todos nos ha pasado
alguna vez: necesitamos que nuestro hijo haga algo, y sin embargo no tenemos
tiempo de explicar por qué. “Porque lo dije yo” pone todo el control en tus
manos y hace que tu hijo pierda su autonomía y su capacidad de saber qué debe
hacer en cada momento.
#1 "Así no es cómo se
hace, déjame a mí"
Le pides a tu hijo que haga
una tarea -especialmente si es por primera vez- pero te enojas si no sale cómo
tu quieres. Entonces, en vez de explicarle, decides abalanzarte y hacerla tú. Esto
no ayuda al pequeño, ya que no aprende nunca a hacer las cosas y además le
quita motivación para aprender.